«Yo pienso en imágenes. Los poemas me ayudan. Son como boyas en el mar. Nado hacia ellas, de una a la otra, entre ellas; sin ellas, me perdería1». Las palabras del propio Kiefer nos ayudan a entender una obra plagada de poesía, de mitología, de toda una gama de alusiones culturales, literarias y filosóficas que van desde el Antiguo y Nuevo Testamento hasta la cábala, la mitología nórdica o la poesía de autores como Baudelaire, Jean Genet o Paul Celan.
Nacido durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, Kiefer reflexiona sobre la identidad y la historia de la posguerra en Alemania, lidiando con el mito nacional del Tercer Reich. Fusionando arte y literatura, pintura y escultura, Kiefer aborda los complejos eventos de la historia y las epopeyas ancestrales de la vida, la muerte y el cosmos. Su obra abarca pinturas, vitrinas, instalaciones, libros de artista y una gran variedad de trabajos en papel como dibujos, acuarelas, collages y fotografías intervenidas. También utiliza materiales tan variados como el plomo, el cemento, el vidrio, piezas de tela, raíces de árboles o libros quemados.
La obra de Kiefer ha sido objeto de exposiciones en instituciones tan prestigiosas como el Louvre y el Pompidou de París, el Metropolitan Museum de Nueva York, el Guggenheim de Bilbao, la Royal Academy of Arts de Londres, la Fondation Beyeler de Basilea o el Hermitage de San Petersburgo, entre muchos otros.
La colección Hortensia Herrero cuenta con tres obras suyas de gran tamaño, expuestas en la sala principal del antiguo palacio de Valeriola que acoge ahora el centro de arte . Dos de estas obras, Böse Blumen (2012-2016) y Der Tod und das Mädchen (Death and the Maiden) (2018), incluyen un característico libro de plomo que aparece en muchas obras de Kiefer. Tal y como afirma el Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk: «Es casi como si los libros de Kiefer nos dijeran que miremos más allá de lo que las palabras representan y significan y notemos en cambio su textura y las conexiones que forman entre sí. Esto es algo así como mirar una pared y quedar impresionados por su sensación general en lugar de por los ladrillos individuales que la componen2».
La tercera obra perteneciente a la colección, Walhalla (2015-2017), presenta también otra característica de la práctica de Kiefer, como es el vertido de plomo sobre pinturas que representan paisajes. Con ello, el artista une en una misma obra las dos tendencias que han marcado el devenir del arte en el último siglo: la figuración y la abstracción. El propio Kiefer cuenta cómo surgió esta técnica en una especie de diario que escribió en 2017 con motivo de una exposición en la galería Thaddaeus Ropac de París, donde se adquirió esta obra: «Ayer vertí plomo. En varios cuadros antiguos de esos que ya no quieres ni mirar. A diferencia de antes, tumbé las pinturas en el suelo sin ira, sin desesperación, y vertí el plomo ardiente sobre ellas. Ya no había motivo para la desesperación, porque ya sabes: en algún momento algo saldrá de ello; de hecho, cuentas con la decepción desde el principio. ¿El resultado sería diferente, el plomo fluiría de manera diferente, si el acto destructivo se realizara con rabia y no deliberadamente?»3. Sin duda alguna, el resultado es una obra de gran belleza que condensa todo el mundo interior de este artista fundamental para comprender el arte de los siglos XX y XXI.