La abstracción geométrica ha sido una constante a lo largo de la carrera de David Rodríguez Caballero. Sus primeras obras se caracterizan por la utilización de pintura expandida con esponja sobre superficies de plexiglás, un trabajo claramente influido por el de autores como Robert Ryman. Rodríguez Caballero aplica pintura blanca de una forma gestual, de tal manera que en la distancia parece una superficie monocroma pero, al acercarse, el espectador puede contemplar toda una serie de texturas. Un fenómeno que el propio autor define como «efecto macro-micro».
Es durante su primera etapa en Nueva York, en 1999, cuando David Rodríguez encuentra un material que supone todo un cambio en su evolución artística: el aluminio, quizás el más característico de su variada producción. La técnica utilizada con este material es totalmente inversa respecto a la empleada con el plexiglás. En este caso, sustrae materia a través del lijado y crea con ello toda una serie de sombras que varían a medida que el espectador contempla la obra. Previamente al lijado de la obra, el artista realiza una “maqueta” de la misma a tamaño real con papel de estraza para tener una primera visión de la escala. Un proceso de trabajo que tiene mucho de arquitectónico.
A raíz de su trabajo con los aluminios David Rodríguez acuña el término «pintar sin pintura», un concepto que le dota de un estilo propio claramente reconocible y que le proporciona popularidad y prestigio en la escena artística contemporánea. Tras el aluminio llegan muchos otros materiales como el papel vegetal –con el que realiza sus conocidos origamis–, los vinilos u otros metales como el latón o el cobre, con los que realiza infinidad de esculturas.
El uso del monocromo es otra de las características de su trabajo. Aparece ya en esos primeros plexis que hace con pintura blanca expandida con esponja; en los origamis, en los que también predomina el blanco; en los vinilos, en los que cubre toda la superficie con un único color, bien sea amarillo, negro o naranja, por poner algunos ejemplos; y, por supuesto, en el gris de los aluminios a los que en algunas ocasiones acompaña alguna pequeña pestaña de otro color. Este monocromo se observa también en sus esculturas realizadas en latón o cobre.
Asimismo, Rodríguez Caballero ha trabajado con la escultura monumental, y han podido verse ejemplos de ello en ciudades como Niza o Madrid. Unas esculturas caracterizadas por la verticalidad que encuentra en los rascacielos de Nueva York, donde ha residido durante varias décadas.
La colección Hortensia Herrero dispone de varias obras de David Rodríguez Caballero en diversos materiales, entre las que destaca la escultura 18 febrero 2013, una de las pocas que ha realizado en cobre.