Algo tan sencillo y habitual en casi todas las casas como la luz eléctrica es el material principal con el que trabaja este artista chileno nacido durante la dictadura de Augusto Pinochet, una época en la que eran habituales los cortes de luz para controlar a la gente durante los toques de queda. Ahí empezó el interés de Navarro por trabajar con luces de neón en las que quizás sean sus obras más características, que tienen también un alto contenido político y de crítica social.
A comienzos de la década de los 2000, Navarro cobró gran notoriedad gracias a sus sillas realizadas con tubos fluorescentes que evocaban, de algún modo, tanto las sillas eléctricas con las que aún se ejecutaban a algunos reos en Estados Unidos como las prácticas de tortura usadas durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile.
Navarro incorporó en muchas de estas obras una serie de espejos que crean un efecto óptico por el que vemos túneles o pozos que nunca se acaban, algo que lo acercaría a la tradición del arte óptico que había surgido en los años sesenta y que cultivaron en su momento artistas latinoamericanos como Cruz-Diez o Soto.
El propio artista explica así el uso de la luz eléctrica en su obra: «Regularmente ocupo luz sin color en muchas de las obras para mantener la crudeza del material. El color aparece cuando hay un sentido específico en relación al significado del color. El tubo fluorescente es más accesible, más eficiente y a veces precario. Lo puedes encontrar en todos los rincones del mundo. Por esta razón lo veo más conectado al mundo doméstico. En cambio el neón, desde su invención ha estado conectado a llamar la atención del público, promover servicios. Cada objeto lumínico tiene funciones bien delimitadas en la sociedad1».
Iván Navarro representó a Chile en la 53 Bienal de Venecia y sus obras están presentes en numerosas colecciones, entre ellas las del Fonds National d’Art Contemporain de París, el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden, el Inhotim, el Museum of Fine Arts de Boston, el National Museum of Modern and Contemporary Art (MMCA) de Seúl, la LVMH y la Zabludowicz. Desde 1997, Navarro reside y trabaja en Nueva York.
La colección Hortensia Herrero cuenta con una pieza de Iván Navarro en la que ha utilizado la luz y el espejo como materiales principales con los que construir una obra que engaña a nuestro ojo y nos lleva a un túnel sin final.