Uno de los principales representantes del arte cinético, en sus obras intenta ir más allá de la representación bidimensional de las formas geométricas con la clara intención de introducir el movimiento.
Soto estudió en la Escuela de Bellas Artes de Caracas, donde desde un primer momento mostró interés por el arte europeo y en especial por artistas como Picasso o Cézanne, en los que supo apreciar un espíritu innovador y revolucionario en lo que se refiere a sus planteamientos artísticos.
Esa atracción por las vanguardias europeas fue lo que provocó que se instalara en París en 1950, donde se integró en el grupo Los Disidentes, compuesto por artistas venezolanos en la diáspora que pretendían renovar la escena artística de su país. Allí entró en contacto con la obra de Kazimir Malévich, László Moholy-Nagy o Marcel Duchamp, que tanto influirían en su obra. De hecho, con Duchamp participaría en la exposición «Le mouvement», que tuvo lugar en 1955 en la galería parisina Denise René y que supuso el lanzamiento de todo este grupo de artistas que se englobarían bajo el epígrafe de arte cinético.
Soto otorgó una gran importancia a la participación del espectador en su obra. Tal y como él mismo afirmó: «Anteriormente, el espectador se situaba como un testigo exterior a la realidad. Hoy en día sabemos que el hombre no se encuentra en un lado y el mundo en otro. No somos meros observadores, sino partes constitutivas de una realidad que sabemos hormigueante de fuerzas vivas, de las que muchas son invisibles. Estamos en el mundo como peces en el agua: sin distancia de cara a la materia-energía; dentro de ella y no frente a ella: ya no hay más espectadores, hay sólo participantes1».
Esta idea le llevaría a crear a finales de los años sesenta las obras conocidas como Penetrables, unas instalaciones en las que el espectador podía entrar y pasar a formar parte de ellas. Muchos de estos trabajos se instalaron en espacios públicos, como el Muro cinético (1969) presentado en el edificio de la Unesco en París o la Esfera Lutecia (1996) exhibida en la misma ciudad tres décadas después.
La colección Hortensia Herrero cuenta con tres obras de Soto entre las que se encuentra precisamente una maqueta de la instalación Esfera Lutecia, así como Tes negras y azules sobre círculo (1975), en la que podemos ver unas varillas que él llama “tes” (pequeñas piezas metálicas en forma de T) que aparecen y desaparecen en función del movimiento del espectador. Esta última obra perteneció a la colección privada de la galerista Denise René y, tras su muerte, fue adquirida por Hortensia Herrero en dicha galería.