Pionero de la escultura moderna, Julio González es considerado uno de los escultores españoles más importantes de todos los tiempos. La clave de su trabajo consistió en introducir por primera vez el hierro forjado en la escultura. Tal y como él mismo señaló en uno de sus escasos escritos: «La edad de hierro comenzó hace muchos siglos produciendo –desgraciadamente– armas, algunas muy hermosas. Hoy posibilita la construcción del ferrocarril. Es hora de que este metal deje de ser asesino e instrumento de una ciencia mecanicista. Está abierta la puerta para que este material pueda ser, por fin, forjado y martilleado por las manos pacíficas de los artistas1».
Julio González nació en Barcelona en 1876 en el seno de una familia de orfebres. En 1899 se trasladó a París, donde se instalaría de forma definitiva y comenzaría a simultanear su trabajo como pintor con el de orfebre. En 1910 realizó sus primeras máscaras de metal repujado bajo una clara influencia del arte primitivo. También aprendió la técnica de la soldadura autógena en una fábrica francesa, de ahí que artistas como Brancusi o Picasso le buscaran por sus conocimientos técnicos. A finales de los años veinte realizaría un monumento en homenaje al poeta Guillaume Apollinaire junto con Picasso.
En 1937 González participó en la Exposición Internacional de París en el pabellón de España con La Montserrat, una obra emblemática que representaba el dolor y la angustia ante la guerra, y que se expuso junto a obras de Joan Miró y de Alexander Calder y al famoso Guernica de Picasso.
El trabajo de Julio González se caracteriza por estar a medio camino entre la figuración y la abstracción. Además de La Montserrat, sus obras más conocidas son La mujer ante el espejo o la serie de hombres y mujeres cactus. La obra de este artista ejercería una gran influencia en otros artistas posteriores que encontraron en él a un pionero de la escultura moderna, como David Smith, Jean Tinguely, Anthony Caro o Eduardo Chillida.
La colección Hortensia Herrero posee una escultura en bronce de Julio González denominada Grand personnage debout (1935), que proviene de un original en hierro perteneciente a la colección de la Fondation Maeght, en Saint Paul-de-Vence (otra copia de esta obra se encuentra en la colección del IVAM). Esta escultura, todo un ejemplo de ese estilo que el mismo González definiría como «dibujar en el espacio», presenta a un personaje de pie realizado con varillas de hierro. En opinión del historiador del arte Guillermo Solana, estas varillas verticales podrían estar inspiradas en las antenas de los insectos o de las radios, muy populares en la época en que fue creada la obra2.