Su selección con veinticinco años para la documenta de Kassel de 1982, organizada por Rudi Fuchs, supondría todo un reconocimiento internacional en los inicios de su carrera. Desde entonces, la vida de Barceló ha transcurrido entre su Mallorca natal y su estudio en París, con paradas en ciudades como Nueva York o Mali, donde llegó a tener un taller que se vería obligado a abandonar ante el peligro del terrorismo islámico en la zona. De esta época africana, a finales de los ochenta, datan sus conocidas pinturas blancas, en las que alcanza la máxima simplificación con unas superficies pobladas de pequeños agujeros y grietas en las que desaparece cualquier elemento narrativo.
Otra de las fuentes de inspiración de Barceló ha sido la historia del arte, desde las cuevas rupestres de Chauvet hasta las obras de los grandes maestros que contempla en los museos, los cuales visita con mucha frecuencia. Tal y como él mismo explica: «A los museos voy continuamente. El Prado es un museo de pinturas muy de mi gusto: Goya, Velázquez, Tiziano; me gusta el Louvre porque tiene de todo; me gusta el Museo de El Cairo, que me parece alucinante: puedes ir mil veces y siempre encuentras algo nuevo; al Louvre voy cada semana; y durante los últimos años he ido mucho a las cuevas rupestres, como Chauvet, que para mí son como grandes museos1».
Esta intensa relación tendría su momento culminante en 2004, cuando exhibió en el Musée du Louvre trescientos dibujos realizados para ilustrar la Divina Comedia de Dante, convirtiéndose en el primer artista vivo en exponer en el museo parisino. Hecho que volvería a producirse en 2022, con una muestra colectiva sobre el bodegón.
Y es que la obra de Barceló ha podido verse en museos de todo el mundo, como son el Centre Pompidou de París, el Museo Rufino Tamayo de México, el Musée Picasso de París, el Palais des Papes de Aviñón o el National Museum of Art de Osaka. Barceló también representó a España en la Bienal de Venecia de 2009 y ha realizado diversas intervenciones permanentes en espacios públicos como la catedral de Palma de Mallorca o la sede las Naciones Unidas, en Ginebra.
La colección Hortensia Herrero posee varias obras de Miquel Barceló, dos de las cuales, Doble eucaristía y Mitj borrat gran, están claramente influenciadas por aquellas pinturas blancas que surgieron en África.