Uno de los grandes representantes del arte pop en Estados Unidos, sus obras se han convertido en todo un símbolo de este movimiento artístico.
Lichtenstein estudió en la Universidad Estatal de Ohio. Ya desde los inicios de su formación mostró interés por los grandes maestros como Rembrandt, Daumier o Picasso, siendo el Guernica, que por aquel entonces se encontraba en depósito en el MoMA de Nueva York, uno de sus cuadros favoritos. Durante la Segunda Guerra Mundial fue reclutado por el ejército americano y enviado a Europa en 1945. Permaneció un tiempo en París recibiendo clases de francés y de cultura general hasta que en 1946 tuvo que volver a Nueva York debido a la grave enfermedad que padecía su padre, quien moriría unas semanas después.
Tras terminar sus estudios en Ohio empezó a dar clases en la misma universidad. En 1951, al no renovarle su contrato como profesor, se mudó con su mujer –una exitosa decoradora– a Cleveland. Allí realizó varios trabajos como diseñador de muebles, delineante industrial o escaparatista, y al mismo tiempo comenzó a exponer en galerías de arte de Nueva York.
La idea de Lichtenstein era romper con el expresionismo abstracto que dominaba la escena artística neoyorquina. Dirigió su atención hacia los cómics y la publicidad, de donde extrajo imágenes icónicas como la de Mickey Mouse o Popeye. Estas pinturas atrajeron la atención del galerista Leo Castelli, que había empezado a trabajar con artistas como Jasper Johns y Robert Rauschenberg. La primera exposición de Lichtenstein en esta galería neoyorquina tuvo lugar en 1962 y fue un verdadero éxito, pues vendió todas las obras.
A partir de entonces su obra comenzó a formar parte de exposiciones colectivas en museos de Estados Unidos junto a la de artistas como Rauschenberg, Warhol, Rosenquist, Johns u Oldenburg, cuyo trabajo suponía una ruptura total con el expresionismo abstracto encarnado por la Escuela de Nueva York, lo que daría lugar al movimiento conocido como pop art.
Lichtenstein se caracterizó por desarrollar un estilo propio en el que, además del cómic, incorporó los conocidos como puntos Ben-Day (Ben-Day dots), que deben su nombre al ilustrador e impresor Benjamin Henry Day Jr. Estos se empleaban antiguamente cuando los únicos colores que se podían utilizar en la imprenta eran el rojo, el negro, el azul, el amarillo y el blanco, y a través de esos puntos sobre distintos fondos se combinaban los colores en la mente y se creaban otros nuevos.
La historia del arte fue otra de sus fuentes de inspiración, sobre todo Monet, y concretamente sus pinturas de nenúfares: uno de sus motivos preferidos. La colección Hortensia Herrero incluye dos obras de la serie realizada en torno a los nenúfares de Monet.